miércoles, 27 de diciembre de 2017

Capítulo Quince

De vuelta (Fragmento)


—¿Quién entra primero? —dijo Mark, quizá recordando lo fría que estuvo la última vez que nos sumergimos.
Las calmas y translúcidas aguas daban la impresión de ser un trozo de firmamento enclavado en el herbaje. 
Antes de dar el salto, dimos un último vistazo al mago y nos despedimos de él.
Fue Jenny cogida del brazo de abuelo Jonathan quienes tuvieron el honor de cruzar primero por el mágico umbral, luego lo hizo Mark, y por último Alana y yo.
Nuevamente el hormigueo recorrió mi cuerpo. Al emerger del otro extremo, el arrebol del cielo de Fantasía se reflejó en las pupilas de nuestros ojos. Un poco más allá, el granítico halcón nos aguardaba en la cumbre de la montaña. Sin embargo, esta vez no estábamos solos, una delegación élfica también aguardaba por nosotros. La alegría de vernos fue grande y mutua. 
—¡Bienvenidos, hermanos! —dijo Axil, desmontando y dirigiéndose a nosotros. Extendió los brazos y colocó las manos en nuestros hombros; saludos que igualmente correspondimos.
—Es bueno volver —dije.
—Veo que traéis a alguien más de vuestra familia —expresó el rey elfo, dirigiendo la mirada en dirección de abuelo Jonathan—. Jonathan de Rockville... Es grande el placer de veros otra vez.
Abuelo Jonathan sabía saludar del mismo modo que lo hacían los elfos. En su rostro se reflejó un semblante de alegría por volver a ver a sus viejos amigos en las tierras de Fantasía. —Amigo Axil, han pasado largos años desde la última vez que te vi —dijo abuelo Jona—, pero sabía que volvería a tu Tierra algún día.
Yo di un suave codazo en el costado de Mark.
—Mira quien ha venido también —le susurré, señalando con el mentón el lugar donde Aia se encontraba. Inmediatamente, Mark, se alegró y se dirigió hacia ella. La alegría de Aia fue recíproca pues, tan pronto lo vio acercarse, desmontó y lo atrapó entre sus brazos apenas llegó. No mencionaré la pasión con que ambos se besaron. Recordé las palabras de Mark sobre pedir la  mano de la princesa cuando estuvimos en la recámara de los dragones, y por lo que vi, no dudé que iba en serio.
—¡Oh!, veo que una hermosa alianza puede surgir —dijo abuelo Jona al ver la escena romántica entre Mark y Aia.
—Será la primera después de incontables estaciones —replicó el elfo—. Pero ven mi viejo amigo, vamos, subamos a las monturas que seguro estoy que deseosos del reposo estáis. Kaleín y Emurk permanecían entre la delegación, y pronto vinieron a nuestro encuentro.
—Saludos reina Alana..., amigos míos —dijo Kaleín—. Vamos a palacio del rey Axil. Debéis descansar y luego ponednos al día sobre vuestro éxito. 
Tuve la impresión que el regreso al palacio de Axil fue más rápido que cuando subimos a la montaña al partir. 
No habíamos cruzado la entrada del castillo, y los sonidos de los tambores y las trompetas anunciaban nuestro regreso. Al entrar por el portón, las multitudes élficas montaron en júbilo. Estaban vestidos con sus mejores ropas y danzaban saltando y girando con mucha alegría al son de los tambores, las cuerdas y los instrumentos de viento, que anegaban el aire con hermosas melodías. Todo estaba adornado con guirnaldas de flores, hojas primaverales y otros perifollos de vistosos colores. Esa felicidad me contagió tanto que rompí el protocolo, salté de mi unicornio e invité a Alana a hacer lo mismo. La tomé por la cintura y de un salto cayó en mis brazos, y bailamos. Alguien nos colocó al cuello collares de flores. No sabría decir cuánto tiempo bailamos. Mark y Aia, también bajaron de sus monturas y se unieron a nosotros en el regocijo. No obstante haber roto el protocolo, en los rostros del rey, sus generales y capitanes se manifestaban la misma acogida de sus súbditos. 
—Bueno, son jóvenes, ¿qué más se podía esperar? —dijo abuelo Jonathan, apoyando sus dos manos en la montura mientras levantaba los hombros—. Si yo tuviera su misma edad, seguramente estaría haciendo lo mismo.
—No eréis un hombre viejo, solo con más experiencia —respondió Axil. Repentinamente, Jenny bajó del caballo y se dirigió a Kaleín, y le preguntó:

—¿Quieres... bailar? —Kaleín miró a su alrededor, tal vez pensó que no era con él la propuesta, y para asegurarse se señaló con el dedo índice—. Sí, es contigo —le confirmó ella. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Dame tu opinión, gracias.